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jueves, 27 de agosto de 2009

Autoridad política mundial

Apocalipsis, los últimos tiempos. ¿Es usted salvo de la ira venidera?

Una vez más el precursor del anticristo Joseph Ratzinger nos avisa de los planes de aquellos que buscan un Nuevo Orden Mundial. Esta vez por medio de la encíclica "caritas in veritate" que detrás de su pomposo y falso nombre esconde un plan tenebroso de establecer un Único Gobierno Mundial. Léalo usted mismo desde la página del Vaticano.

Una ÚNICA religión mundial
Una ÚNICA moneda mundial
Un ÚNICO gobierno mundial


Satanás se disfraza de ángel de luz y detrás de las palabras de este impostor se esconden los intereses de los "poderosos" del planeta. Poderosos de quienes el mismo Señor Jesucristo dijera que era más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja a que un rico entre en el Reino de los cielos. A estos defiende Ratzinger y en éstos confía este falso profeta.



Ratzinger pide una Autoridad mundial que sea ecuánime y que tenga consenso para erradicar el hambre y terminar con el terrorismo y las guerras. Pomposas y falsas palabras que determinarán en el futuro una mayor concentración de poder y la aparición definitiva del anticristo. Con estas declaraciones y con esta "pulcra" encíclica abre paso al "hijo de la iniquidad" desde el plano religioso.

¡Cuidate!
¡Dios te bendiga!


Punto 67 de la encíclica "Caritas in veritate"
67. Ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, y también en presencia de una recesión de alcance global, se siente mucho la urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones. Y se siente la urgencia de encontrar formas innovadoras para poner en práctica el principio de la responsabilidad de proteger y dar también una voz eficaz en las decisiones comunes a las naciones más pobres. Esto aparece necesario precisamente con vistas a un ordenamiento político, jurídico y económico que incremente y oriente la colaboración internacional hacia el desarrollo solidario de todos los pueblos. Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial, como fue ya esbozada por mi Predecesor, el Beato Juan XXIII. Esta Autoridad deberá estar regulada por el derecho, atenerse de manera concreta a los principios de subsidiaridad y de solidaridad, estar ordenada a la realización del bien común, comprometerse en la realización de un auténtico desarrollo humano integral inspirado en los valores de la caridad en la verdad. Dicha Autoridad, además, deberá estar reconocida por todos, gozar de poder efectivo para garantizar a cada uno la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos. Obviamente, debe tener la facultad de hacer respetar sus propias decisiones a las diversas partes, así como las medidas de coordinación adoptadas en los diferentes foros internacionales. En efecto, cuando esto falta, el derecho internacional, no obstante los grandes progresos alcanzados en los diversos campos, correría el riesgo de estar condicionado por los equilibrios de poder entre los más fuertes. El desarrollo integral de los pueblos y la colaboración internacional exigen el establecimiento de un grado superior de ordenamiento internacional de tipo subsidiario para el gobierno de la globalización[149], que se lleve a cabo finalmente un orden social conforme al orden moral, así como esa relación entre esfera moral y social, entre política y mundo económico y civil, ya previsto en el Estatuto de las Naciones Unidas.

¡Cuidate!
¡Dios te bendiga!

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