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domingo, 22 de enero de 2012
HAARP: ¿La máquina del clima?
Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda forma de mal.
1 Tesalonicenses 5: 21-22
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Nota tomada de "Despiértate, tú que duermes: Últimos tiempos"
Fuente
Los devastadores terremotos de 7.3 grados en la escala sismológica de Richter en Haití, el pasado 12 de enero, y el ocurrido en Chile, el 27 de febrero, con magnitud de 8.8 han reavivado suspicacias de que ocurran catástrofes como resultado de la intervención humana.
Hoy se tiene la certeza de que, en territorios ya sometidos a fuertes tensiones, existe la posibilidad de provocar sismos inducidos si se crea un brusco aumento de la presión intersticial mediante eliminación en el subsuelo de materia en solución o en suspensión, o por extracción de hidrocarburos. Mientras unos científicos piensan en cómo utilizar esos movimientos telúricos inducidos para evitar fenómenos de mayor magnitud, otros quizás trabajan en sentido opuesto.
En varias páginas de internet se mencionó que los experimentos del denominado Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (HAARP, por sus siglas en inglés), podrían estar detrás de esa “furia” de la tierra.
Fred Burks, quien sirvió de intérprete, entre otros, a los expresidentes William Clinton y George W. Bush, reveló en un artículo que publicó en enero en el sitio digital Examiner que “existe un proyecto poco conocido aún”, aunque lleva décadas en perfeccionamiento. Pero advirtió que es un “importante programa de defensa militar de Estados Unidos que ha generado bastante controversia en ciertos círculos”, a través del cual se pueden alterar selectivamente los modelos climáticos.
El HAARP es un apéndice de la Iniciativa de Defensa Estratégica de la Casa Blanca que pretende lograr la militarización del espacio como parte de la Guerra de las Galaxias. Burks lo confirma en su escrito: “muy pocas personas están conscientes de las capacidades horribles de muerte y destrucción que se han desarrollado a lo largo de estos años”.
Sin embargo, la web oficial del HAARP lo define como “un empeño científico” destinado a estudiar las propiedades y el comportamiento de la ionósfera para optimizar las comunicaciones y los sistemas de vigilancia,
La ionósfera es la capa superior de la atmósfera que está eléctricamente cargada, se extiende desde los 85 a 800 kilómetros por encima de la superficie de la Tierra. Conocida también como termósfera, absorbe las radiaciones de menor longitud de onda y protege a los humanos de los rayos solares (ultravioleta, X, gamma) que son nocivos a la salud.
El mismo medio electrónico del HAARP reconoce que se llevan a cabo ensayos que utilizan las frecuencias de impulsos electromagnéticos a fin de “excitar temporalmente un área limitada de la ionósfera”. Todo “un programa, al parecer, dedicado a la investigación meteorológica, pero muchos han planteado que en realidad tiene motivos más siniestros”, expresó Rob Ferrier, en la sinopsis de un documental sobre el tema realizado en 1999, citado en The New York Times.
Reventar la ionósfera
Fue una idea original del austriaco-estadunidense Nicola Tesla, quien a principios del siglo XX ideó interconectar al mundo a través de la atmósfera como un canal de comunicación global. Luego de su muerte, en 1943, el gobierno de Estados Unidos intervino los documentos de su despacho y todavía los mantiene sin desclasificar, explica la enciclopedia digital Wikipedia. Sin embargo, uno de naturaleza militar que puede ser utilizado con efectos devastadores en un radio de más de 320 kilómetros, es el que se considera la base del muy secreto proyecto HAARP. De acuerdo con el Pentágono se trata de una investigación para aprender cómo “reventar la ionósfera”, refiere la página digital Rosa Blindada.
Para el doctor Richard Williams, de la Sociedad Americana de Física, esto es como “un acto irresponsable de vandalismo global”. Establecido en 1992, HAARP, basado en Gokona, Alaska, utiliza una serie de antenas de alta potencia que transmiten, a través de ondas de radio, cantidades masivas de energía a esa capa superior de la atmósfera. Su construcción fue financiada por la Fuerza Aérea estadunidense, la Armada y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (DARPA, por sus siglas en inglés).
En febrero de 1998, en respuesta a un informe de la legisladora sueca Maj Britt Theorin, el Parlamento Europeo mantuvo audiencias públicas en Bruselas en relación con el programa HAARP. La moción se propuso en virtud del profundo impacto sobre el medio ambiente, como una “inquietud global” y apelaba a que un cuerpo internacional independiente examinara “sus implicaciones legales, ecológicas y éticas”; sin embargo, Washington se negó a ese escrutinio.
La caja de Pandora
HAARP con sus cientos de millones de vatios de potencia y antenas es conceptuado como un verdadero “calentador” de la alta atmósfera que provoca una ionización de consecuencias imprevisibles. Gracias a su efecto “espejo” podría dirigir sus derivaciones hacia cualquier zona del planeta y califica como “arma de destrucción masiva”, señala Examiner en un artículo del 27 de febrero, mismo día del sismo de gran intensidad en Chile.
En un estudio de simulación de futuros “escenarios” de defensa se establece que las fuerzas aeroespaciales norteamericanas están obligadas a “controlar el clima” mediante el aprovechamiento de las nuevas tecnologías, alega el profesor canadiense Michel Chossudovsky, en el sitio Global Research.
Además de la manipulación meteorológica, el HAARP tiene varios usos conexos, porque los seres humanos pudieran ver afectadas sus ondas cerebrales y se conseguirían modificar patrones de conducta, puntualizó. En 1977 una Convención Internacional ratificada luego por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1997 prohibió “el uso militar u otro de naturaleza hostil de las técnicas de modificación ambiental que provoquen efectos generalizados, duraderos o severos”. La Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC), firmada en la Cumbre de la Tierra en Río en 1992, también revalidó el acuerdo de 1977. Los movimientos telúricos no sólo de Haití y Chile, sino el de Sichuan, China, en 2008 y el tsunami de Indonesia, en 2004 ¿pudieron ser experimentos del HAARP o de otro programa secreto? ¿Qué tipo de armas mortíferas avanzadas pueden estar disponibles ahora? “Es innegable que el Ejército tiene la capacidad para causar un tsunami, terremotos y huracanes y es hora de que tomemos acciones para difundir los peligros de este asunto vital”, señaló Fred Burks en Examiner.
“Es una experimentación de lo que podría ser el arma de las siguientes guerras”, saca en conclusión un artículo del sitio digital Cambio de Michoacán, con fecha 3 de marzo. Mientras uno de los pioneros en las denuncias sobre el proyecto, Nicholas Begich, científico de Anchorage, Alaska, dijo que es “una tecnología altamente poderosa” de emisión de haces de ondas radiales que cuando “rebotan hacia la tierra arrasan con todo, vivo o muerto”. La evidencia no es concluyente, pero sugiere que el HAARP está en funcionamiento y con lo conocido hasta hoy acerca de sus capacidades destructivas las preguntas siguen en el aire.
De lo que sí están seguros los expertos es que comparan la potencia ofensiva de este calentador ionosférico con una caja de Pandora, que una vez abierta será imposible de cerrar.
Deisy Francis Mexidor es periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.plmexico@prensalatina.com.mx
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Blog alternativo: "Despiértate, tú que duermes: Últimos tiempos"
Nota tomada de "Despiértate, tú que duermes: Últimos tiempos"
Fuente
El Ejército de Estados Unidos tiene la capacidad para causar tsunamis, terremotos y huracanes: Fred Burks * “Es hora de que tomemos acciones para difundir los peligros de este asunto vital” * Los movimientos telúricos de Haití, Chile y China, y el tsunami de Indonesia, ¿son experimentos del HAARP o de otro programa secreto? ¿Qué tipo de armas mortíferas avanzadas están disponibles ahora?
Pareciera un argumento de ciencia ficción, pero es real: Estados Unidos ha desarrollado armas ultramodernas que pueden influir en medios naturales y modificar el entorno remoto de regiones enteras.
Pareciera un argumento de ciencia ficción, pero es real: Estados Unidos ha desarrollado armas ultramodernas que pueden influir en medios naturales y modificar el entorno remoto de regiones enteras.
Los devastadores terremotos de 7.3 grados en la escala sismológica de Richter en Haití, el pasado 12 de enero, y el ocurrido en Chile, el 27 de febrero, con magnitud de 8.8 han reavivado suspicacias de que ocurran catástrofes como resultado de la intervención humana.
Hoy se tiene la certeza de que, en territorios ya sometidos a fuertes tensiones, existe la posibilidad de provocar sismos inducidos si se crea un brusco aumento de la presión intersticial mediante eliminación en el subsuelo de materia en solución o en suspensión, o por extracción de hidrocarburos. Mientras unos científicos piensan en cómo utilizar esos movimientos telúricos inducidos para evitar fenómenos de mayor magnitud, otros quizás trabajan en sentido opuesto.
En varias páginas de internet se mencionó que los experimentos del denominado Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (HAARP, por sus siglas en inglés), podrían estar detrás de esa “furia” de la tierra.
Fred Burks, quien sirvió de intérprete, entre otros, a los expresidentes William Clinton y George W. Bush, reveló en un artículo que publicó en enero en el sitio digital Examiner que “existe un proyecto poco conocido aún”, aunque lleva décadas en perfeccionamiento. Pero advirtió que es un “importante programa de defensa militar de Estados Unidos que ha generado bastante controversia en ciertos círculos”, a través del cual se pueden alterar selectivamente los modelos climáticos.
El HAARP es un apéndice de la Iniciativa de Defensa Estratégica de la Casa Blanca que pretende lograr la militarización del espacio como parte de la Guerra de las Galaxias. Burks lo confirma en su escrito: “muy pocas personas están conscientes de las capacidades horribles de muerte y destrucción que se han desarrollado a lo largo de estos años”.
Sin embargo, la web oficial del HAARP lo define como “un empeño científico” destinado a estudiar las propiedades y el comportamiento de la ionósfera para optimizar las comunicaciones y los sistemas de vigilancia,
La ionósfera es la capa superior de la atmósfera que está eléctricamente cargada, se extiende desde los 85 a 800 kilómetros por encima de la superficie de la Tierra. Conocida también como termósfera, absorbe las radiaciones de menor longitud de onda y protege a los humanos de los rayos solares (ultravioleta, X, gamma) que son nocivos a la salud.
El mismo medio electrónico del HAARP reconoce que se llevan a cabo ensayos que utilizan las frecuencias de impulsos electromagnéticos a fin de “excitar temporalmente un área limitada de la ionósfera”. Todo “un programa, al parecer, dedicado a la investigación meteorológica, pero muchos han planteado que en realidad tiene motivos más siniestros”, expresó Rob Ferrier, en la sinopsis de un documental sobre el tema realizado en 1999, citado en The New York Times.
Reventar la ionósfera
Fue una idea original del austriaco-estadunidense Nicola Tesla, quien a principios del siglo XX ideó interconectar al mundo a través de la atmósfera como un canal de comunicación global. Luego de su muerte, en 1943, el gobierno de Estados Unidos intervino los documentos de su despacho y todavía los mantiene sin desclasificar, explica la enciclopedia digital Wikipedia. Sin embargo, uno de naturaleza militar que puede ser utilizado con efectos devastadores en un radio de más de 320 kilómetros, es el que se considera la base del muy secreto proyecto HAARP. De acuerdo con el Pentágono se trata de una investigación para aprender cómo “reventar la ionósfera”, refiere la página digital Rosa Blindada.
Para el doctor Richard Williams, de la Sociedad Americana de Física, esto es como “un acto irresponsable de vandalismo global”. Establecido en 1992, HAARP, basado en Gokona, Alaska, utiliza una serie de antenas de alta potencia que transmiten, a través de ondas de radio, cantidades masivas de energía a esa capa superior de la atmósfera. Su construcción fue financiada por la Fuerza Aérea estadunidense, la Armada y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (DARPA, por sus siglas en inglés).
En febrero de 1998, en respuesta a un informe de la legisladora sueca Maj Britt Theorin, el Parlamento Europeo mantuvo audiencias públicas en Bruselas en relación con el programa HAARP. La moción se propuso en virtud del profundo impacto sobre el medio ambiente, como una “inquietud global” y apelaba a que un cuerpo internacional independiente examinara “sus implicaciones legales, ecológicas y éticas”; sin embargo, Washington se negó a ese escrutinio.
La caja de Pandora
HAARP con sus cientos de millones de vatios de potencia y antenas es conceptuado como un verdadero “calentador” de la alta atmósfera que provoca una ionización de consecuencias imprevisibles. Gracias a su efecto “espejo” podría dirigir sus derivaciones hacia cualquier zona del planeta y califica como “arma de destrucción masiva”, señala Examiner en un artículo del 27 de febrero, mismo día del sismo de gran intensidad en Chile.
En un estudio de simulación de futuros “escenarios” de defensa se establece que las fuerzas aeroespaciales norteamericanas están obligadas a “controlar el clima” mediante el aprovechamiento de las nuevas tecnologías, alega el profesor canadiense Michel Chossudovsky, en el sitio Global Research.
Además de la manipulación meteorológica, el HAARP tiene varios usos conexos, porque los seres humanos pudieran ver afectadas sus ondas cerebrales y se conseguirían modificar patrones de conducta, puntualizó. En 1977 una Convención Internacional ratificada luego por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1997 prohibió “el uso militar u otro de naturaleza hostil de las técnicas de modificación ambiental que provoquen efectos generalizados, duraderos o severos”. La Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC), firmada en la Cumbre de la Tierra en Río en 1992, también revalidó el acuerdo de 1977. Los movimientos telúricos no sólo de Haití y Chile, sino el de Sichuan, China, en 2008 y el tsunami de Indonesia, en 2004 ¿pudieron ser experimentos del HAARP o de otro programa secreto? ¿Qué tipo de armas mortíferas avanzadas pueden estar disponibles ahora? “Es innegable que el Ejército tiene la capacidad para causar un tsunami, terremotos y huracanes y es hora de que tomemos acciones para difundir los peligros de este asunto vital”, señaló Fred Burks en Examiner.
“Es una experimentación de lo que podría ser el arma de las siguientes guerras”, saca en conclusión un artículo del sitio digital Cambio de Michoacán, con fecha 3 de marzo. Mientras uno de los pioneros en las denuncias sobre el proyecto, Nicholas Begich, científico de Anchorage, Alaska, dijo que es “una tecnología altamente poderosa” de emisión de haces de ondas radiales que cuando “rebotan hacia la tierra arrasan con todo, vivo o muerto”. La evidencia no es concluyente, pero sugiere que el HAARP está en funcionamiento y con lo conocido hasta hoy acerca de sus capacidades destructivas las preguntas siguen en el aire.
De lo que sí están seguros los expertos es que comparan la potencia ofensiva de este calentador ionosférico con una caja de Pandora, que una vez abierta será imposible de cerrar.
Deisy Francis Mexidor es periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.plmexico@prensalatina.com.mx
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¡Dios te bendiga, el Señor viene pronto!
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