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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Navidad










Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda forma de mal.


1 Tesalonicenses 5: 21-22
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Es sabido que en esta época del año cada uno de nosotros se reúne en familia, los que tienen posibilidad de hacerlo, y "festejamos" el nacimiento de nuestro Señor y Salvador  Jesucristo de Nazaret.
En medio de asado, pollos, lechones, ensaladas de todo tipo, vinos finos que no tomamos normalmente, de postres exóticos, de comidas que van a contramano con la temperatura reinante (por lo menos aquí en la Argentina); "festejamos" el nacimiento de nuestro Salvador el Señor Cristo Jesús.
Al abrigo de nuestras casas, bajo la influencia del aire acondicionado o del ventilador imprescindible, nos reunimos a evocar a Aquel que nació perseguido ya desde el vientre de su madre.
Rodeados de regalos en su mayoría innecesarios, festejamos el nacimiento de Aquel que nació en medio de los olores más nauseabundos que pululan en un pesebre, rodeado de animales mal olientes y de su respectivo estiércol.
Brindamos con Champagne dulce, brut o extra brut en el Nombre de Aquel que fue perseguido a los pocos días de haber nacido y que tuvo que refugiarse en brazos de sus padres en un país distante como Egipto.
Levantamos nuestras copas al son de alguna canción de moda exactamente a las doce de la medianoche evocando a Aquel por quien sus padres pobres ofrecieron apenas dos tórtolas o dos pichones de palomas, justamente porque eran pobres y si vivieran hoy no tendrían para comprar ese champagne con el que brindamos nosotros.
Levantamos nuestras copas quizás a las doce un tanto mareados por el alcohol, brindamos alegres por el nacimiento de Uno que vivió de sacrificio en sacrificio.
Pobre, hijo de un obrero, humilde, franco, sufrido, dador, desprendido, despreciado, fuerte, dependiente de su Padre, denunciador de injusticias, arriesgado, entregado, traicionado, verdadero, crucificado, resucitado, vivo y Viniente en breve.
Hacemos una parodia de una "fiesta" costumbrista y nos olvidamos casi todo el año de Este al que decimos evocar en navidad.
Una careteada más de una sociedad enferma de hipocresía, de desinterés y de negligencia.
Cuando este bebé llamado Jesús creció dijo para qué había venido al mundo:


Juan 3:16  Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.
3:17  Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
3:18  El que cree en El no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
3:19  Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas.
3:20  Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas.
3:21  Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios.

¡Cree en el Señor Jesucristo y agradécele todos los días por su Salvación infinita!

¡No festejes la navidad de balde!
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¡Cuidate!
¡Dios te bendiga, el Señor viene pronto!

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¡Cuidate!
¡Dios te bendiga, el Señor viene pronto!

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